Las TesmoforiasLas Tesmoforias
Aristofanes
Las Tesmoforias Aristófanes
PERSONAJES:
MNESÍLOCO, suegro de Eurípides.
EURÍPIDES.
UN CRIADO DE AGATÓN.
AGATÓN.
CORO DE AGATÓN.
UN HERALDO, (interpretado por una mujer.)
CORO DE MUJERES, que celebran las Tesmoforias.
Dos MUJERES.
CLISTENES.
UN PRITÁNEO.
UN ARQUERO.
(La acción transcurre, primero, frente a la casa de Agatón y después junto al
templo de Deméter.)
MNESÍLOCO.-(Siguiendo penosamente a Eurípides.) ¡Oh, Zeus! ¿Cuándo veré aparecer
una golondrina?1 Este hombre va a acabar conmigo haciéndome correr desde el
amanecer. ¿Podré antes de que me estalle el bazo, saber donde me conduces, Eurípides?
EURÍPIDES.-No debes oír lo que pronto has de ver.
MNESÍLOCO.-¿Cómo dices? Repítelo ¿No debo oír..
EURÍPIDES.-Lo que pronto vas a ver...
MNESÍLOCO.-¿Y tampoco será menester que vea?
EURÍPIDES.-No, al menos lo que debes oír.
MNESÍLOCO.-¿Qué es lo que me aconsejas? Confieso, sin embargo que hablas hábilmente.
¿Dices que no debo oír ni ver?
EURÍPIDES.-Sí; puesto que son dos funciones distintas por naturaleza.
MNESÍLOCO.-¿La de oír y la de no ver?
EURÍPIDES.-Sí; tenlo entendido.
1 Locución proverbial alusiva a la vuelta de la primavera.
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MNESÍLOCO.-¿Cómo distintas?
EURÍPIDES.-Escucha cómo esa distinción se hizo desde los orígenes. Cuando el Eter se
separó del Caos y engendró los anímales que en su seno se agitaban, con objeto de que
viesen, les hizo primero los ojos redondos como el disco del sol, y después les abrió los
oídos en forma de embudo.
MNESÍLOCO.-¿Y es a causa de ese embudo por lo que no puedo oír ni ver? Por
Zeus, que me alegro de haber aprendido estas cosas! ¡Qué bueno es conversar con los
sabios!
EURÍPIDES.-Otras muchas del mismo género aprenderás en mí escuela.
MNESÍLOCO.-¿Y aprenderé también a cojear con ambas piernas? Eso sería el colmo de la
felicidad2.
EURÍPIDES.-Acércate y atiende.
MNESÍLOCO.-Aquí estoy.
EURÍPIDES.-¿Ves esa puertecita?
MNESÍLOCO.-SÍ, por Heracles, la veo.
EURÍPIDES.-Calla.
MNESÍLOCO.-Callo la puertecita.
EURÍPIDES.-Escucha.
MNESÍLOCO.-Escucho y paso en silencio la puertecita.
EURÍPIDES.-Ahí dentro vive el ilustre Agatón, el poeta trágico.
MNESíLOCO.-¿Qué Agatón es ése? ¿Es uno moreno y robusto?
EURÍPIDES.-No, es otro.
MNESíLOCO.-No lo he visto nunca. ¿Es uno que lleva una barba muy tupida?
EURÍPIDES.-¿Pero no lo has visto nunca?
MNESÍLOCO.-No, por Zeus, que yo sepa.
EURÍPIDES.-Pues cierto día estuviste con él, aunque sin conocerlo. Pero apartémonos,
porque sale uno de sus criados trayendo fuego y ramas de mirto: sin duda va a ofrecer un
sacrificio para el buen éxito de sus concepciones poéticas.
EL CRIADO.-Guarda, ¡oh pueblo!, un silencio religioso; cierra la boca: el coro sagrado de las
Musas entona sus himnos en la morada de mi señor. Refrene el Eter apacible el soplo de los
vientos; cese el rumor de las glaucas ondas...
MNESÍLOCO.-iBom... bax!3.
2 Mnesíloco desea aprender ese género de cojera, propio de algunos personajes de Eurípides, para no tener que
correr.
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EURÍPIDES.-¡Silencio ...! ¿Qué dice?
EL CRIADO.-Duerme la gente alada; deténgase el correr de las feroces alimañas en las
selvas...
MNESÍLOCO.-¡Bómbalo... bombax!
EL CRIADO.-Porque el diserto Agatón, nuestro amo, está a punto de...
MNESÍLOCO.-¿De prostituirse? ¡Que lo ensarten!
EL CRIADO.-!Quién habló?
MNESÍLOCO.-El Eter apacible.
EL CRIADO.-Está a punto de concebir la armazón de un drama. Redondea nuevas formas
poéticas, tornea unos versos, forja unas sentencias, inventa metáforas, funde, modela y vierte
en el molde el asunto, que en sus manos es como blanda cera.
MNESÍLOCO.-Y se deja... ensartar.
EL CRIADO.-¿Qué patán se aproxima a esta morada?
MNESÍLOCO.-Un hombre dispuesto a clavaros en vuestra morada, a tí y a tu noble
versificador, un sólido instrumento bien firme y torneado.
EL CRIADO.-Anciano, en tu juventud debiste ser muy insolente.
EURÍPIDES.-(A su pariente.) Vamos, déjate en paz. (Al criado.) Y tú, vete a llamar a Agatón
sin perder un instante.
EL CRIADO.-No hay necesidad; mi amo vendrá muy pronto, porque ha empezado a
componer versos, y en el invierno no es fácil redondear las estrofas sin salir a tomar el sol.
(Vase.)
MNESÍLOCO.-¿Qué debo hacer ahora?
EURÍPIDES.-Espera a que venga. ¡Oh, Zeus! ¿Qué suerte me reservas hoy?
MNESÍLOCO.-Por los dioses, quiero saber qué significa todo esto. ¿Por qué gimes? ¿De qué
te lamentas? No debes tener secretos para mí, que soy tu suegro.
EURÍPIDES.-Se está maquinando contra mí una gran desgracia.
MNESÍLOCO.-¿Cuál?
EURÍPIDES.-Hoy se decidirá si Eurípides ha de vivir o morir.
MNESÍLOCO.-¿Cómo es posible? Hoy no hay sesión en los Tribunales ni en el Senado, por
ser el tercer día de la fiesta, el día de enmedio de las Tesmoforias.
EURÍPIDES.-Eso es, precisamente lo que me hace presentir mi perdición. Las mujeres se han
conjurado contra mí, y están reunidas en el templo de las Tesmoforias para decretar mi
3 Palabra que imita el zumbido de un insecto, para indicar que las enfáticas expresiones del criado están vacías de
sentido.
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pérdida.
MNESÍLOCO.-¿Y por qué motivo?
EURÍPIDES.-Porque no las trato bien en mis tragedias.
MNESÍLOCO.-Por Poseidón, te estará muy bien empleado. ¿Y cómo podrás evitar el peligro?
EURÍPIDES.-Voy a ver si persuado al poeta trágico Agatón para que se introduzca en el
templo de las Tesmoforias.
MNESÍLOCO.-¿Para qué? Dime.
EURÍPIDES.-Para que participe en la Asamblea de las mujeres y me defienda, si es
necesario.
MNESÍLOCO.-¿Abiertamente o de incógnito?
EURÍPIDES.-De incógnito; disfrazado de mujer.
MNESÍLOCO.-El expediente es ingenioso y lleva la marca de tu genio; por lo que toca a la
astucia, nuestra es la palma.
EURÍPIDES.-Cállate.
MNESÍLOCO.-¿Pues qué ocurre?
EURÍPIDES.-Que sale Agatón.
MNESÍLOCO.-¿Dónde está?
EURÍPIDES.-Míralo: le sacan con la plataforma giratoria4.
MNESÍLOCO.-Sin duda estoy ciego; no veo ningún hombre; a quien veo es a Cirene5.
EURÍPIDES.-Silencio, que se dispone a cantar.
MNESÍLOCO.-¿Va a entonar una marcha de hormigas?6.
AGATÓN.-(Que durante toda la escena habla en el estilo campanudo de los malos poetas.)
Doncellas, recibid de
las diosas infernales la sagrada antorcha y festejad con danzas y alaridos de gozo la
libertad de vuestra patria.
CORO DE AGATÓN. 7¿De qué deidad se celebra hoy la fiesta? Pronto estoy siempre a
adorar a los dioses.
AGATÓN.-Canta, ¡oh Musa!, a Febo, el del arco de oro, que levantó los muros de la
ciudad del Simois8
CORO.-¡Salve Febo; para ti mis himnos mejores, pues tú llevas la palma en el sacro
4 Sátira de los artificios escénicos destinados a la aparición de divinidades.
5 Famosa cortesana. Mnesíloco identifica a Agatón con Cirene.
6 Frase proverbial para indicar las cosas pequeñas y de poco vigor.
7 Este Coro es el que Agatón ensayaba para representar sus tragedias.
8 La Ciudad de Troya.
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certamen de las Musas!
AGATÓN.-Ensalzad a Artemis, la virgen cazadora, errabunda por bosques y montañas.
CORO.-Celebremos y ensalcemos a la casta Artemis, augusta hija de Leto.
AGATÓN.-Y a Leto, y a la cítara asiática, imitando el ritmo y el cadencioso compás
de las Gracias de Frigia.
CORO.-Celebremos a la augusta Leto, y a la cítara madre de los himnos, para que
nuestros acentos varoniles hagan brillar con fulgor repentino los ojos de la adorable
diosa. ¡Ensalcemos al poderoso Apolo! ¡Salve, hijo feliz de la augusta Leto!
MNESÍLOCO-¡Venerandas Genetílides9, ¡qué dulce y voluptuosa melodía! ¡Qué
afeminamiento! ¡Cómo trasciende a besos lascivos! ¡Qué cosquilleo se siente en el
trasero al escucharla! Y tú, jovencito, si acaso lo eres, quiero interrogarte al modo de
Esquilo en su Liturgia10. ¿De dónde sales, oh andrógino? ¿Qué patria es la tuya? ¿Qué
vestido es ese? ¿Por qué esa agitación? ¿Cómo concuerda esa cítara con la túnica
amarilla, ese aceite de atleta con un sostén? ¿Hay cosas más opuestas? ¿Qué de
común entre un espejo y una espada? ¿Te han educado siquiera como un hombre? En-
tonces ¿dónde llevas la colita? ¿Y el manto y los zapatos viriles? ¿O eres, quizás, mujer?
Pero ¿y tus pechos? ¿Qué dices? ¿Por qué ese silencio? Por tu canto, pues, te conoceré, ya
que te niegas a explicarte.
AGATÓN.-¡Anciano, anciano!, he oído el silbido de la envidia, sin sentir el dolor de
sus mordeduras. Llevo un traje en consonancia con mis pensamientos, porque un poeta
debe tener costumbres análogas a los dramas que compone. Si el asunto de sus
tragedias son las mujeres, su persona debe imitar la vida y el porte femenino.
MNESÍLOCO.-¿De suerte que al componer una Fedra montarás a caballo?
AGATÓN.-Si los asuntos son varoniles, ya tenemos en el cuerpo todo lo necesario. Pero lo
que no tenemos por naturaleza, hemos de adquirirlo mediante la imitación.
MNESÍLOCO.-Entonces, cuando escribas dramas de sátiros llámame, y yo me pondré en
erección detrás de tí.
AGATÓN.-Además, es de muy mal parecer un poeta grosero y velludo, Ibico, Anacreonte
de Teos y Alceo, tan hábiles en la armonía, llevaban mitras y bailaban las voluptuosas danzas
de la Jonia; e! mismo Frínico, de quien seguramente has oído hablar, unía a su propia hermosura
9 Divinidades protectoras de la generación.
10 Drama satírico que formaba parte de una tetralogía de Esquilo titulada La Liturgia. Su principal personaje era
Licurgo, rey de los Edonios, que se atrevió a burlarse de Dionysos cuando regresó a Tracia, vencedor de las Indias.
Su falta fue severamente castigada. Los títulos de las tres tragedias eran: «Los Edones,» «Los Basárides» y
«Los Jóvenes.»
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la de sus vestidos; por lo que en sus dramas todo era hermoso. Cada cual imprime a sus obras su
propio carácter.
MNESÍLOCO.-Por eso Filocles, que es feo, compone obras feas; Jenocles, que es malo, malas y
Teognis, que es frío, frías.
AGATÓN.-Es de rigor. Y por saberlo he cuidado de corregirme.
MNESÍLOCO.-¿Cómo, por los dioses?
EURÍPIDES.-Cesa de ladrar. Yo era lo mismo cuando, a su edad, empezaba a escribir.
MNESÍLOCO.-¡Por Zeus, que no envidio tu educación!
EURÍPIDES.-Déjame, por fin, decir e! motivo que me trae.
AGATÓN.-Explícate.
EURÍPIDES.-Agatón, «de hombres sabios es decir muchas cosas en pocas palabras. Herido por
una
desgracia nueva, vengo a suplicarte»11
AGATÓN.-¡Para qué me necesitas?
EURÍPIDES.-Las mujeres, reunidas en las Tesmoforias, han' resuelto hoy mi perdición, porque
hablo mal de ellas.
AGATÓN.-¿Y qué socorro puedes esperar de mí?
EURÍPIDES.-Uno grandísimo. Si te mezclas furtivamente entre las mujeres de modo que
parezcas una de tantas y defiendes mi causa elocuentemente, conseguirás salvarme. Tú eres
el único capaz de hablar dignamente de mí.
AGATÓN.-¿Por qué no vas a defenderte tú mismo?
EURÍPIDES.-Te lo diré. En primer lugar, yo soy muy conocido, y además cano y barbudo,
mientras que tú eres de hermosa figura, imberbe y de tez blanca; tienes voz de mujer y eres
precioso y delicado como nadie.
AGATÓN.-Eurípides...
EURÍPIDES.-¿Qué?
AGATÓN. ¿No has escrito una vez: «el ver la luz te alegra; ¿crees que no le alegra
también a tu padre?»
EURÍPIDES.-Cierto.
AGATÓN.-No esperes, por tanto, que «n me exponga a soportar tu desgracia: sería una
locura. Sufre, como es natural, tu propio infortunio. Las desgracias no deben sobrellevarse con
astucia, sino con paciencia.
MNESÍLOCO.-Tú, sí que has llegado, vil prostituido, con actos y no con palabras, a infamar
11 Verso del Eolo, de Eurípides.
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tus posaderas.
EURÍPIDES.-¿Por qué temes ir allí?
AGATÓN.-Porque tendría un fin aún más miserable que el tuyo.
EURÍPIDES.-¿Cómo?
AGATÓN. Porque parecería que iba a usurparles sus prácticas nocturnas y arrebatarles la
Cipris femenina.
MNESÍLOCO.-¿A robarles? Di más bien a prostituirte. ¡Por Zeus! ¡Vaya un pretexto!
EURÍPIDES.-En qué quedamos, ¿lo harás como te lo pido?
AGATÓN.-No lo esperes.
EURÍPIDES.-¡Entonces infeliz de mí! ¡Estoy perdido!
MNESÍLOCO.-Eurípides, mi querido yerno, no te desalientes.
EURÍPIDES.-¿Qué hacer?
MNESÍLOCO.-Envía a ese hombre al infierno, y dispón de mí como quieras.
EURÍPIDES.-Pues que tú mismo te me ofreces, acepto. Anda, quítate esa ropa.
MNESÍLOCO.-Ya está en el suelo. ¿Qué vas a hacer de mí?
EURÍPIDES.-Afeitarte los pelos de la barba y quemarte los de más abajo.
MNESÍLOCO.-Haz lo que quieras, o no haberme ofrecido.
EURÍPDES.-Agatón, tú siempre llevas navajas: préstanos una.
AGATÓN.-Cógela de ese estuche.
EURPIDES.-(A su suegro.) Eres un valiente, siéntate e hincha el carrillo derecho.
MNESÍLOCO.-¡Ay!
EURÍPDES.-¿Por qué gritas? Te voy a meter un tarugo en la boca, si no callas.
MNESÍLOCO.-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! (Se levanta y echa a correr.)
EURÍPIDES.-¿Adónde vas?
MNESÍLOCO.-Al templo de las Euménides12, sí, por Deméter, pues no voy a quedarme
ahí para que me hagas tajadas.
EURÍPIDES.- Se van a reír de tí al verte con la mitad de la cara afeitada.
MNESÍLOCO.-Poco me importa.
EURÍPIDES.-No me abandones, por los dioses te lo pido; ven acá.
MNESÍLOCO.-¡Desdichado de mí! (Se sienta otra vez.)
EURÍPIDES.-No te muevas y levanta la cabeza. ¿Adónde te vuelves?
MNESÍLOCO.-¡Muú... muú...!
EURÍPIDES.-¿Por qué muges? Ya está todo arreglado.
12 En él se refugiaban los suplicantes.
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MNESÍLOCO.-¡Infeliz de mí, voy a pelear armado a la ligera!13.
EURÍPIDES.-No pienses en eso. Vas a estar muy hermoso. ¿Quieres mirarte? (Le presenta un
espejo.)
MNESÍLOCO.-Sí; a ver...
EURÍPIDES.-¿Te reconoces?
MNESÍLOCO.-No; por Zeus; a quien veo aquí es a Clístenes14
EURÍPIDES.-Levántate para que te chamusque el vello; inclínate.
MNESÍLOCO.-Pero ten cuidado. ¡Me vas a chamuscar como a un cerdito!
EURÍPIDES.-Traedme una antorcha o una lámpara. Bájate y procura resguardar la parte
sensible.
MNESÍLOCO.-Lo procuraré, por Zeus; pero ¡cuidado! que me quemas... ¡Ay, ay! ¡Agua,
vecinos, que tengo las nalgas en fuego!
EURÍPIDES.--Tranquilízate.
MNESÍLOCO.-¿Puede uno estar tranquilo cuando le están asando?
EURÍPIDES.-Ya no tienes por qué inquietarte: lo peor ya pasó.
MNESÍLOCO.-Tengo el trasero todo chamuscado.
EURÍPIDES. No te cuides de eso: ya se te lavará con una esponja.
MNESÍLOCO.-¡ Pobre del que se atreva a lavarme el trasero!
EURÍPIDES.-Agatón, ya que no quieres ayudarme, préstame al menos una túnica y un
ceñidor; no puedes decir que no los tienes.
AGATÓN.-Con mucho gusto; tomad y usadlos.
MNESÍLOCO.-¿Qué me pongo?
AGATÓN.-Ponte primero la túnica amarilla.
MNESÍLOCO.-¡Por Afrodita, que buen olor echa a hombre! Pónmelo pronto: dame el
ceñidor.
EURÍPIDES.-Toma.
MNESÍLOCO.-Dame ahora algunos anillos para las piernas.
EURÍPIDES. También necesitan una cinta y una mitra15
AGATÓN.-Toma mi gorro de dormir.
EURÍPIDES.-Por Zeus, es lo más a propósito.
MNESÍLOCO.-¿Me caerá bien?
EURÍPIDES.-Admirablemente. Tráeme también una manteleta.
13 Juego de palabras: afeitado y soldado armado a la ligera se expresan en griego con voces muy parecidas.
14 Ya hemos dicho que se trata de un conocido afeminado.
15 Tocado de mujer.
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AGATÓN.-Está sobre la cama, cógela.
MNESÍLOCO.-Además, necesito zapatos.
AGATÓN.-Ponte los míos.
MNESÍLOCO.-¿Me irán bien? Lo digo porque sé que a ti te gusta el calzado ancho16.
AGATÓN.-Pruébatelos. Y ahora que ya tenéis todo lo necesario, que me lleven pronto
adentro17.
EURÍPIDES.-Parece enteramente una mujer. Cuando hables, ten mucho cuidado de
imitar la voz femenina.
MNESÍLOCO.-Lo procuraré.
EURÍPIDES.-Pues en marcha.
MNESÍLOCO.-No por Apolo, si antes no me juras...
EURÍPIDES.-¿El qué?
MNESÍLOCO.-Emplear todos los medios para salvarme, si me ocurre algún desavío.
EURÍPIDES.-Lo juro por el Eter, morada de Zeus.
MNESÍLOCO.-¿No sería mejor que jurases por los discípulos de Hipócrates?
EURÍPIDES.-Pues bien, juro por todos los dioses sin excepción.
MNESÍLOCO.-Acuérdate de que ha jurado el corazón y no la lengua: los juramentos
de ésta no los quiero18.
EURIPIDES.-No pierdas más tiempo; ya dan la señal de la Asamblea en el Tesmoforión. Yo,
me retiro. (Sale.)
Aparece el templo de Deméter y Perséfone.
MNESÍLOCO.-(Disfrazado de mujer y seguido por una esclava.) Ven, Tratta, sigueme.
¡Cuánto humo despiden las antorchas! ¡Oh bellísimas Tesmóforas, recibidme y despe-
didme propicias! Descarga la cesta, Tratta, y saca la torta para que se la ofrezca a las
dos diosas. ¡Oh augusta divinidad, Deméter adorada, y tú, venerable Perséfone:
permitidme presentaros muchas oblaciones como ésta (y sobre todo que no me descubran).
Conceded a mí hija un esposo rico, a la vez que estúpido y necio, para que no piense
más que en divertirse. ¿Dónde encontraré un sitio para poder oír a los oradores? Tú,
Tratta, márchate: las esclavas no pueden asistir a esta reunión19.
UNA MUJER HERALDO.-20Guardad un silencio religioso. Guardad un silencio religioso.
16 Alusión obscena.
17 Sobre la máquina donde está reclinado.
18 Parodia de un verso del «Hipólito,» de Eurípides.
19 Las esclavas esperaban a la puerta del templo para recibir las órdenes de sus señoras, como se desprende
de un pasaje posterior.
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Guardad un silencio religioso. Orad a las Tesmóforas, a Pluto, a Caligenia, a Curótrofe,
a la Tierra, a Hermes, a las Gracias, para que esta Asamblea nos sea propicia y útil a
Atenas y a nosotras mismas. Pedidles también que aquella que por sus ilustres
hechos y discursos merezca más aplausos del pueblo ateniense y de las mujeres, sea la
vencedora. Dirigidles estas súplicas, y haced votos por vuestra propia dicha. ¡lo, Pean!
¡lo Pean! ¡Congratulémonos!
CORO DE MUJERES.-Esos son nuestros votos. ¡Dígnense los dioses acogerlos! Zeus
Omnipotente; y dios de la lira de oro, adorado en Delos21 y tú, invencible diosa, doncella de
ojos azules y áurea lanza, patrona de la más floreciente ciudad22, acudid a mi llamamiento;
acude tú también, hermoso retoño de Leto23, la de fúlgida mirada, virgen cazadora, adorada
baj
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